Normalmente, pensamos que algo es real o existe en realidad cuando podemos decir de ese algo que es tal o cual cosa. “Es un bocadillo de calamares” o “es la Torre de Pisa” o “es Kate Moss”… el caso es que podemos expresar lo que es con una palabra; ahí está la clave.
Al tener palabra y concepto para nombrarlo y definirlo, ese algo ya sabemos lo que es y así está claro que es real.
Ni que decir tiene que junto a las realidades materiales hay otras inmateriales; no hay problema, mientras tengan su definición y su lista de características, existen en realidad: están ahí ejerciendo todo su poder.
Como se ve, el plano en realidad es el plano de lo que nombramos al hablar, o sea que es todo el mundo visible y cotidiano e incluye desde las instituciones políticas y económicas hasta las costumbres, las modas, las creencias…
Aquí la pregunta que surge es: ¿la realidad lo incluye todo? O, también: ¿qué son las cosas antes de tener nombre y definición o sea antes de existir en realidad? La respuesta es que no podemos saberlo, porque para saberlo tendríamos que definirlas, asignarles un nombre y transformarlas, por tanto, en reales… Para conocer algo lo trasformamos en real (poniéndole nombre y concepto), así que nunca podremos conocer lo que era algo antes de ser real.
En verdad y en realidad
Precisamente esto es lo que pasa a todas horas: hay una actividad constante de determinación; la humanidad se dedica sin parar a denominar, definir, categorizar, cuantificar… lo esencial es poner nombre a todo lo que permanezca desconocido, inconsciente. Desde cualquier pequeña parte del mundo que quede por conocer o cartografiar, hasta nuestros más escondidos sentimientos o deseos: todo tiene que renunciar a una vida sin más para recibir su etiqueta y su manual de instrucciones e ingresar así en la realidad…
A aquel plano de lo que haya por debajo del concepto -o antes del concepto- lo llamamos en verdad, de acuerdo con Agustín García Calvo; de quien procede la mayor parte del razonamiento.
Está claro que eso que haya en verdad dentro o debajo de la cosa real nombrada y definida, no hay manera de llegar a conocerlo. Pero eso no significa que no se sienta su fuerza, su palpitación imprevista. Lo desconocido y lo inconsciente no se dejan dominar del todo por la definición y la medida; sino que tienden ciegamente al descontrol.
Es como en el famoso dibujo del yin y el yang: el proceso interminable de racionalización y definición de la vida por un lado, y el resurgir constante del caos a través de las grietas de lo real, por el otro; son las dos fuerzas que van haciendo girar la rueda de la historia y también la de la biografía personal de cada cual.
Continúa en estos posts:
2. La grieta de la realidad
3. La rueda del ser
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