Es propio del alma razonable amar a su prójimo. Por lo tanto trata a los demás en general con justicia, y en particular con empatía e indulgencia. Pero no hagas depender tu bienestar interior del contacto con otras personas. Jefes, compañeros de trabajo. Parejas o pretendientes a serlo. Familiares y amigos… Lo que todos ellos hicieron o harán, lo que te dan o te quitan, lo que esperan de ti… Estás a todas horas pendiente de sus exigencias, veredictos o donaciones; ya sea en persona o, ahora, a través de las omnipresentes redes. Una perturbación constante de tu centro que te mantiene dependiente de voluntades ajenas, infantilmente complacido en alguna ocasión, tenso y frustrado la mayoría de las veces.