en Escribir

Sobre el lenguaje literario

Recuerdo la impresión que me causaron en mi adolescencia algunas morellianas sobre el lenguaje literario. Especialmente el pasaje de la escalera:
 

Estoy revisando un relato que quisiera lo menos literario posible. (…) Un personaje llega a una escalera: ‘Ramón emprendió el descenso…’ Tacho y escribo: ‘Ramón empezó a bajar…’ Dejo la revisión para preguntarme una vez más las verdaderas razones de esta repulsión hacia el lenguaje ‘literario’. (Rayuela, 112)

 
Vemos que ese disgusto -con el que a menudo me identifico-, por el oficio, por la artesanía literaria, conduce a Morelli a una «pobreza deliberada» de la prosa (Rayuela, 124). A pesar de ello, el autor parece lanzarse gustoso por ese camino:
 

Escribo muy mal, pero algo pasa a través. El ‘estilo’ de antes era un espejo para lectores-alondra; se miraban, se solazaban, se reconocían, como ese público que espera, reconoce y goza las réplicas de los personajes de un Salacrou o un Anouilh. Es más fácil escribir así que escribir (‘desescribir’, casi) como quisiera hacerlo ahora… (Rayuela, 112)

 
Es decir que, para escapar del lenguaje prefabricado y de la narración previsible y lógica (e.e., conformista), Morelli opta por un ‘desnudamiento’ o ‘desescritura’ de la prosa. Lo que podemos saber de este proceso es que es…
 

…una incitación a algo como darse la vuelta al modo de un guante, de manera de recibir desolladamente un contacto con una realidad sin interposición de mitos, religiones, sistemas y reticulados. (Rayuela, 124)
 
…Morelli había esperado que la acumulación de fragmentos cristalizara bruscamente en una realidad total. sin tener que inventar los puentes, o coser los diferentes pedazos del tapiz… (Rayuela, 109)
 
¿Cómo contar sin cocina, sin maquillaje, sin guiñadas de ojo al lector? (Rayuela, 116)
 
Tal vez renunciando al supuesto de que una narración es una obra de arte. Sentirla como sentiríamos el yeso que vertemos sobre un rostro para hacerle una mascarilla. Pero el rostro debería ser el nuestro. (Rayuela, 116)

 
Por lo que entiendo de lo anterior (he subrayado lo que me interesa), puedo decir que esa búsqueda de algo más auténtico que se supone está por debajo del maquillaje, me atrae muy poco; al contrario, la narración que me divierte escribir (que no necesariamente leer) es, si no una obra de arte, al menos sí de artificio.

Más que un desnudamiento, me interesa el momento de la invención, de la asociación libre, del collage, de la parodia, de la mezcla. La escritura es una construcción cultural y así debe mostrarse, exhibiendo desvergonzadamente sus mecanismos, sus maquillajes y sus juegos. Me atraen más el sarcasmo, la cita, la irrupción surrealista, el sinsentido…, que la sinceridad y la pureza. Y son más corrosivos hacia el mundo que vivimos, según creo.

En otras palabras, en caso de duda entre ‘emprender el descenso’ y ‘empezar a bajar’, quizá sea lo mejor que el personaje llege a la planta baja deslizándose por la barandilla o dando volteretas, o cayéndose por el hueco de la escalera sin romperse ni siquiera un hueso…
 

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