Lo que importa, en último resultado, para nuestra felicidad o para nuestra desgracia, es lo que ocupa la conciencia. Todo trabajo puramente intelectual aportará, en total, más recursos al espíritu capaz de dedicarse a él que la vida real con sus alternativas constantes de éxitos y de fracasos, con sus sacudidas y sus tormentos.
(Schopenhauer, Eudemonología)