‘… sólo puede ser cazado quien cae en la rutina, ya sea animal u hombre. Nuestros semejantes pueden fácilmente atacarnos si somos accesibles a sus ideas. El guerrero debe, pues, ser cazador para no ser cazado.
¿Qué caza el guerrero? Sus propias debilidades, es decir, su tendencia a dejarse arrastrar por los hábitos de sus semejantes.’
Posiblemente usted está convencido de que toma sus propias decisiones, de que sigue sus propios gustos. Al menos tiene la sensación de que elige en las tiendas, de que cree realmente su opinión. Todo a su alrededor lo encuentra personalizado, hecho pensando en tí o porque tú lo vales. Sin duda está usted convencido de que es todo un individualista…
Pero quizá un día, mirando las multitudes que le rodean por donde quiera que va, sienta una punzada de inquietud: ¿cómo han llegado estos miles y millones a sentir, desear y disfrutar lo mismo que usted? ¿por qué están aquí a la misma hora, con el mismo gesto y la misma esperanza?
‘La vida del hombre corriente no es más que un montón de hábitos e ideas imbricadas de las que no es autor. Este hombre vive y lucha por las ideas de los demas.’ (Esta cita y la anterior: Dubant y Marguerie en El camino del guerrero parafraseando a Castaneda)
Ya en los años cuarenta, David Riesman vió que el tipo de hombre que se prefiguraba como inquilino de la ‘posmodernidad’ era el individuo guiado por los otros. ‘Lo que es común a todos los individuos dirigidos por los otros es que sus contemporáneos constituyen la fuente de dirección para el individuo, sea los que conoce o aquellos con los que tiene una relación indirecta, a través de amigos y de los medios masivos de comunicación’ (Riesman).
El camino del guerrero
No salga usted con eso de que ‘así es la vida’, ‘las personas somos así’… Sus problemas no han caido del cielo; su situación no es inevitable. Usted puede elegir entre aceptar ser presa o intentar ser cazador. Escúchelo otra vez: ¿Qué caza el guerrero? Sus propias debilidades, es decir, su tendencia a dejarse arrastrar por los hábitos de sus semejantes.
Al menos puede mirar con un poquito de suspicacia, de desconfianza esos hábitos y esos deseos. Intentar aceptarlos o rechazarlos por algo en vez de dejarse llevar por la marea…
Pero asegúrese bien antes de intentar ese sabotaje a la realidad que le rodea, porque las consecuencias serán imprevisibles: ¿qué hará una vez haya desmontado alguno de esos hábitos y deseos con que le han programado? ¿podrá poner su vida en el empeño de crear pasiones y acciones nuevas? Piénselo.